En el mes de Mayo escribí dos artículos sobre la S.G.A.E, en uno de ellos preguntaba si lo suyo era abuso y ambición o altruismo y respeto, pues bien hoy se puede contestar sin temor a equivocarse que "presuntamente" era y es abuso y ambición además de latrocinio, fraude y desvío de fondos.
Pero tranquilos que ya habrá quien pare esto, porque seguramente habrá gente muy gorda metida en el ajo, que intentaran por todos los medios que sus nombres no salgan a relucir, buscando a un par de cabezas de turco sobre los que harán caer todas las culpas, echando tierra sobre el asunto, compraran personas que sepan más de la cuenta y también a los que quieran saber, (en España esto ya ha pasado) supongo que muchos de vosotros os imagináis a que me refiero.
La SGAE, seguirá adelante con otra dirección no por nueva mas honrada (tiempo al tiempo) se estiman en 400 millones de Euros los fondos desviados. Ellos, mientras tanto seguirán cobrando de forma abusiva e injustificada ratificándose en sus pretensiones de retribución con cánones que van directamente en contra de toda la Doctrina del Derecho Mercantil, aprovechando su posición de exclusividad y respaldándolo con un inmenso buró de abogados y contando con el beneplácito y la protección de peces gordos, a los cuales les llenaran los bolsillos de pasta para ganarse la complicidad de algún político/a, juez/a, ministro/a etc... Que pueda terminar aceptando o defendiendo los objetivos de esta o cualquier otra de las llamadas sociedades de gestión, que deben ser investigadas, sin dejar de hacerlo con sus directivos, familiares, allegados y hasta a sus abogados.
El juez Pablo Ruz, ha abierto un expediente sobre la investigación de la Operación Saga, destinada a explicar el presunto fraude y desvío de fondos que durante años habría realizado la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) a través de sociedades satélites. En el escrito se da a conocer que el cerebro de toda la trama sería José Luís Rodríguez Neri, fundador de Microgénesis y director de la Sociedad Digital de Autores y Editores, (SDAE) a quien el auto describe como el creador de una “trama empresarial parasitaria”, la cual no sólo era del conocimiento de Teddy Bautista, presidente del Consejo de Dirección de la SGAE, sino que además contaba con su total consentimiento y aprobación.
El juez Ruz envió anoche a prisión con una fianza de 300.000 euros al presunto cabecilla de la trama relacionada con la SGAE, el director general de la Sociedad Digital de Autores y Editores (SDAE), José Luis Rodríguez Neri. Por su parte ha impuesto al (socio y amigo del propio Neri y director de Microgenésis, Rafael Ramos, una fianza de 150.000 euros.
Les acusa de delitos de apropiación indebida, administración fraudulenta y delito societario en el caso de Neri y de alzamiento de bienes en el caso de Rafael Ramos.
Teddy Bautista y otros dos directivos de la SGAE, han sido imputados por apropiación indebida y administración fraudulenta.
El juez los ha dejado salir en libertad sin fianza pero les ha confiscado el pasaporte y les impide abandonar España.
Los delitos por los que han sido imputados pueden acarrearles penas de hasta 10 años de cárcel.
¡Ojala!, este sea el principio del fin de todas las Sociedades de Gestión.
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1 comentario:
Hay muchos casos que, aunque parezcan increíbles, son reales y que ilustran el afán recaudatorio de esta asociación de inquisidores:
Una asociación cultural quería recitar poemas de Miguel Hernández en voz alta, pero al final anularon la representación poque la SGAE quería cobrarles 95 euros por ello, en concepto de derechos de autor.
Otra damnificada: la Universidad de Valladolid, que pagó a la SGAE 200.000 euros por adquirir ordenadores, cds, dvds.., aunque lo más probable es que el uso de este material nada haya tenido que ver con un fin económico, sino académico.
La SGAE llevó a los tribunales a un pequeño bar por tener instalado un televisor y no pagar los 20 euros mensuales que corresponden por su uso y la difusión que se realiza de los programas que salen en televisión.
En este mundo globalizado en el que vivimos, donde la publicidad se cobra tan cara, ¿cómo es posible que se tenga que pagar la difusión en un local público de programas, música, cine, etc, cuando en realidad, se debería pagar a estos propietarios por la difusión y publicidad gratuita que realizan de las obras?
El voraz apetito de "Torquemada y sus inquisidores", le están haciendo un flaco favor tanto a la cultura como (y esto es lo gracioso) a sus mismos autores. Tiempo al tiempo.
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