El célebre Henry Ford, fundador de la compañía Ford Motor Company, contestaba a sus colegas cuando le reprochaban que hubiese aumentado el sueldo de sus trabajadores: "Todos los capitalistas del mundo juntos (decía) somos insuficientes para comprar todo lo que producimos. Han de comprarlo nuestros trabajadores".
Pues bien, el PP parece abogar por todo lo contrario de lo que proponía Henry Ford.
Una de las primeras medidas (entre otras) del señor Rajoy en cuanto ha cogido el poder ha sido la de congelar el salario mínimo (por primera vez desde 1967), que no olvidemos es uno de los más bajos de nuestro entorno europeo (solo por debajo del de Eslovaquia o Portugal), también ha congelado el sueldo de los funcionarios pero que en la práctica lo ha bajado porque les ha subido la jornada laboral dos horas y media a la semana y ha subido las pensiones un pírrico 1%.
Estas medidas según el señor Rajoy están enfocadas a luchar contra la crisis ¿? y en mi opinión son medidas encaminadas a todo lo contrario, aumentarán el desempleo (menos contratación en el sector público por ejemplo) y empobrecerá aún más a una gran mayoría de la población española (congelación del SMI, congelación del sueldo de los funcionarios, [muchos de ellos mileuristas], miserable subida de las pensiones). Esto hará que se retraiga el consumo aún más de lo que está y por ende agravará todavía más la crisis económica en la que estamos inmersos.
Eso sí, con estas medidas, Rajoy intenta satisfacer el voraz apetito de los mercados financieros, insensibles al dolor del populacho y sus penurias. Porque lo único que persiguen es ganar dinero, cuanto más mejor, a costa de lo que sea y por encima de quien sea. Los mercados han de procurar que los estados tengan dinero suficiente para pagar las deudas que han contraído con ellos y para conseguirlo han de presionar lo máximo posible para que “su dinero” no se invierta en cosas “superfluas” como pueden ser salarios, pensiones…, abaratándolos y reduciendo todo lo posible el estado del bienestar de los países acreedores para que estos sean lo suficientemente solventes como para que devuelvan hasta el último euro de lo que los mercados les han prestado, a un interés que será proporcional al desmantelamiento que se haga del estado del bienestar por parte del gobierno en cuestión. A más desmantelamiento menor interés. Esto es fácil de entender, si los inversores (mercados) ven que un país acomete medidas de ajuste presupuestario encaminadas a proveerse de la suficiente solvencia como para pagar lo que se les presta, la prima de riesgo bajará (menor interés) si atisban que un país no recorta lo suficiente en gasto social e intuyen que ese gasto conllevará menor liquidez para pagar su deuda la prima de riesgo sube (mayor interés).
Lo anterior es algo más complejo, pero grosso modo es lo que está aconteciendo ahora mismo en España y en todos los países de la zona euro.
Nuestros políticos, la mayoría gente sin escrúpulos, totalmente ajenos a la realidad del ciudadano de a pie, subyugados al poder de la banca, de los mercados y del gran capital, están convirtiéndose en su brazo ejecutor, llevando a cabo políticas regresivas y antisociales, fomentando la desigualdad y la injusticia y asestando al pueblo golpe tras golpe hasta dejarlo prácticamente noqueado. Es algo así como los ritos que practicaban en la antigüedad, sacrificaban cientos de personas para aplacar la ira de los dioses (mercados).
Y lo peor de todo es que estas políticas (a mi juicio) son a todas luces inapropiadas y erróneas para salir de la crisis y lo único que harán será abundar en ella.
Con más de la mitad de la población española siendo mileurista o incluso sin llegar ni siquiera a serlo, con cinco millones de desempleados, con el flujo del crédito paralizado… ¿quién puede consumir?, sólo se puede subsistir y, en algunos casos, a duras penas. España está empobreciéndose a pasos agigantados.
También se están perdiendo derechos laborales y los empresarios están pescando en el río revuelto que les proporciona la crisis. Ahora llegamos a la situación que para cada puesto de trabajo se postulan cientos de personas, por lo que los empleadores se dan el lujo de pagar lo que les viene en gana y con las condiciones que les viene en gana.
Si no se consume no se crea riqueza porque las empresas no pueden vender sus productos y como consecuencia despedirán a muchos de sus empleados o incluso cerrarán por falta de rentabilidad y no se nos puede olvidar que las pequeñas y medianas empresas generan aproximadamente el 80% del empleo en nuestro país.
A diferencia de lo que piensan muchos pequeños o medianos empresarios, los sueldos bajos no les benefician a la larga en nada, todo lo contrario, hacen que la gente no pueda comprar lo que ellos mismos fabrican o venden en sus negocios con lo que la quiebra está casi asegurada. Los sueldos bajos pueden beneficiar a las empresas más grandes que tienen su demanda interior cautiva y también mucha actividad en otros países y que, por tanto, no dependen tanto del nivel salarial global, son las que imponen las políticas de bajos salarios. Estas últimas empresas, como las de servicios básicos (energía, comunicaciones, banca, alimentación...) cuyas ventas no dependen tanto del nivel de salario (porque las personas o las familias han de consumir casi necesariamente sus productos), sí pueden conseguir mayores beneficios si bajan el montante total de salarios nacionales, porque venderán más o menos lo mismo y entonces operarán con menos costes. Pero las empresas (sobre todo las pequeñas y medianas) que venden principalmente al interior y mucho más en función de la renta de los consumidores sí se verán afectadas si baja el montante de los salarios.
Lo que las posturas neoliberales preconizan para crear empleo y salir de la crisis, es que el problema del paro se resolverá cuando “los estados recuperen la confianza de los mercados financieros mediante la reducción del déficit y de la deuda pública”. Y que mientras tanto se recupere la famosa confianza de los mercados, la reducción del desempleo puede facilitarse mediante la moderación salarial y la flexibilización del mercado de trabajo, que es el eufemismo utilizado para indicar que hay que facilitar el despido de los trabajadores por parte de los empresarios. En definitiva mayor precariedad laboral con sueldos de asco.
Estos argumentos se utilizaron ya, por las fuerzas conservadoras en el inicio de la Gran Depresión en EEUU por parte de la banca y la gran patronal para justificar políticas análogas a las que se han estado llevando a cabo en los países de la Eurozona, incluida España. Su propuesta para salir de la crisis era reducir el déficit y la deuda pública, bajar los salarios y debilitar la protección social. Estas políticas, sin embargo, empeoraron la situación terriblemente. De ahí que la Administración Roosevelt cambió 180º esas nefastas políticas, dándoles la vuelta y poniendo como eje central de sus políticas públicas la creación de empleo, incluyendo creación de empleo público, facilitando a la vez el incremento de los salarios, y todo ello con el objetivo de estimular la demanda y el crecimiento económico.
La primera medida que tomó la Administración Roosevelt para crear empleo fue la creación del Civil Works Administration, que tenía por objetivo crear inmediatamente (en seis meses) 4.2 millones de puestos de trabajo. También inició el Civilian Conservation Corps., que empleó a jóvenes (medio millón) con escasas cualificaciones, para trabajar en parques, bosques y jardines. Y en 1935 creó el Public Works Administration, que reconstruyó la infraestructura, que se había dejado un tanto de lado, de carreteras federales, puentes, pantanos y edificios públicos, empleando a más de 8.5 millones de trabajadores en el periodo 1935-1943.
Todas estas intervenciones facilitaron que la economía creciera a una tasa de un 10% por año. En 1937, el desempleo había bajado a la mitad. En 1941 la economía había alcanzado los mismos niveles que tenía antes de la Gran Depresión.
Si esto no se hace ahora es porque el inmenso poder que tienen algunos grupos sobre el Estado central y autonómico no lo hacen posible, ya que se verían “perjudicados” por la grabación a las rentas más altas y a las grandes fortunas, así como otra serie de medidas que conllevarían un justo “sacrificio” para algunos grupos con gran poder económico. Causantes en algunos casos de la crisis actual.
Quienes han provocado la crisis no solo han recogido unas ganancias fabulosas, sino que no temen castigo alguno. Nadie investiga sus responsabilidades ni sus decisiones. Los Gobiernos los protegen y la justicia no los persigue. Hay responsables, y son personas e instituciones concretas: son quienes defendieron la liberalización sin control de los mercados financieros; los ejecutivos y empresas que se beneficiaron de los excesos del mercado durante el boom financiero; quienes permitieron sus prácticas y quienes les permiten ahora salir indemnes y robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada. Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs, bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditoras que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal norteamericana durante los Gobiernos de Bush y Clinton, opositor a ultranza a la regulación de los mercados financieros.
La Comisión del Congreso norteamericano sobre los orígenes de la crisis ha sido esclarecedora en este sentido. Creada por el presidente Obama en 2009 para investigar las acciones ilegales o criminales de la industria financiera, ha entrevistado a más de 700 expertos. Su informe, hecho público en enero de 2011, concluye que la crisis se hubiera podido evitar.
A todos estos delincuentes, que campan por la sociedad y por el mundo financiero a sus anchas, más ricos de lo que estaban; a los gobernantes, que con sus políticas coercitivas anticrisis desangran al pueblo y lo arrojan en las garras de la desesperación y la pobreza, a todos ellos se les debería juzgar por crímenes contra la humanidad. Según la Corte Penal Internacional, crimen contra la humanidad es "cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil". Esto que está ocurriendo en la eurozona es una campaña bien organizada y orquestada para acabar con el estado del bienestar, con los derechos adquiridos a base de años de lucha y contra la dignidad de las personas. Por eso es posible y obligado investigar estos crímenes y hacer pagar a los culpables.
En fin, ya termino, tenía ganas de ser crítico y lo he sido, me rebelo contra las injusticias y contra los que se ceban con los más débiles, supongo que algún día emergerá un mundo mucho más solidario, más equitativo y más justo; hasta que ese día llegue sólo nos queda luchar con todas nuestras fuerzas en contra de un sistema pernicioso y a todas luces injusto.
Un sistema que ataca a los más débiles para favorecer al que más tiene y que oprime y degrada al ser humano.
Un sistema discriminatorio y excluyente, en donde un total de 2.700 millones de personas, el 40% de la población mundial, viven en una situación de pobreza. De ellos, 1.600 millones sobreviven con cerca de 1,25 euros diarios, y otros 1.100 millones viven en condiciones de pobreza extrema, con menos de 0,79 euros al día. Además, 35.000 personas mueren de hambre cada 24 horas en un mundo en que el gasto medio por persona es de 13,4 euros diarios.
Un sistema en donde el 6% de la población mundial posee el 59% de toda la riqueza, el 50% sufre malnutrición y el 70% son incapaces de leer.
Un sistema en donde 19 millones de niños padecen desnutrición aguda severa y que tratarla no costaría más de 3.049 millones de euros. Mientras, nuestros gobiernos democráticos rescataron a los bancos en apuros con un coste de 2 billones de dólares, dinero que saldrá del bolsillo de los contribuyentes.
Un sistema en fin, nauseabundo, repugnante, repulsivo, asqueroso, inmundo, fétido y hediondo.
Marco Atilio
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