jueves, 31 de mayo de 2012

Recuerdos y Añoranzas.

Deambulando por el sendero de los recuerdos,  las reminiscencias de mi memoria, reflejan las sutiles luces del amanecer de mi vida, ¡mi niñez!, reminiscencias que me transportan en el tiempo a una infancia ingenua, afable, cálida, candorosa, e inocente.
¡Muchos son ya los años pasados desde ésa niñez!, ¡mi niñez!, pero a pesar del tiempo transcurrido, los recuerdos florecen renovándose en mi mente como un torrente de emociones, sentimientos, ternura, nostalgias y añoranzas, añoranzas que desnudan mi alma, evocando sentimientos encontrados, por los deseos incumplidos, por los anhelos no conseguidos, por todo lo que me faltó por hacer, recuerdos vagos,  ajados, imborrables y marchitos, añoranzas del pasado, recuerdos de familia, memoria de tristezas, de alegrías,  de risas, de lagrimas, reminiscencias y recuerdos gratos, placenteros, emocionantes, divertidos, pero también, desagradables, incómodos, aburridos y molestos.


Recuerdo, cuando los niños jugábamos en la calle o en los grandes patios de la casa donde nací, inundándolos con nuestras risas, gritos y llantos volviéndolos un lugar feliz, un lugar agradable, cálido y lleno de vida.
Cuántos recuerdos buenos y malos guardo, aquí corrí y jugué a todo lo que quise ( a Churro, media manga, mangotero, a las canicas, a las chapas, a la peonza, al mocho, a la taba, al aro, etc.) en esas tardes placenteras de verano cuando nuestra madres se sentaban al fresco del anochecer, mientras comentaban las incidencias del día o el episodio de turno de la novela de la radio o realizaban algún tipo de trabajo manual, como coser, hacer croché, punto de cruz, etc..
Algunos veranos los pasaba en un pueblo de Teruel en casa de mis abuelos, para mí, ir al pueblo era como una exaltación, que me producía una excitación y un entusiasmo sublimes, el poder disfrutar de sus paisajes, de sus fiestas, de sus gentes, rodeado de mi familia, era algo que no podre olvidar, con el paso del tiempo y por motivos familiares estuve veinte años sin visitarlo, pero hubo algo de sus paisajes, sus calles y sus gentes que me acompañó durante ese largo periodo de tiempo, rostros, difuminados por el paso del tiempo, juegos, risas, ilusiones, anhelos, ensueños y días felices.
Al crecer, vamos recordando y nos damos cuenta de que vamos perdiendo muchas cosas valiosas y con el tiempo nos damos cuenta de que son la salsa y la pimienta de la vida.
Aun recuerdo mi primer amor, un amor que no pudo ser, a veces me pregunto ¿porque?, es solo un bonito recuerdo de una noche de verano de hace muchos, muchos años.
La familia, es una necesidad entre el ser y el crecer, pero lamentable e ineludiblemente a través del tiempo se va desperdigando, diluyéndose en la biografía y en las ocupaciones individuales de cada miembro, nos vamos alejando de ese contacto tan esencial e importante para el desarrollo de sus integrantes y cada vez más nos preocupamos por cosas materiales, olvidando nuestras raíces y a los que formaron y forman parte de ellas, deberíamos de empezar a conocernos mejor, a mostrar orgullosos a nuestras familias, nuestros logros familiares, nuestras vidas, las fotos, las tradiciones, las anécdotas y acontecimientos, los recuerdos.
Quisiera regresar a esos tiempos donde la vida era sencilla, fácil y afable, cuando todo lo que sabía eran juegos, colores, cartillas de lectura, tablas de sumar y fantasías de aventuras, lo cual no me molestaba, porque no sabía lo poco que sabía y no me preocupaba por no saber. Con todo lo que no sabía era feliz, porque no sabía las cosas que ahora se y que me intranquilizan, desasosiegan, importunan y molestan.

Al evocar recuerdos de mi infancia,
Que tantas alegrías me brindaron
Me ocasionan una profunda nostalgia
El ver lo muy atrás que se quedaron.
Porque cada edad tiene su importancia,
Porque cada edad tiene su encanto,
Porque cada edad tiene su momento,
Porque cada edad tiene su llanto,
Porque cada edad tiene su lamento,
Porque cada edad sus razones,
Porque cada edad tiene su dulzura,
Porque cada edad tiene sus pretensiones,
Porque cada edad tiene su amargura.



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1 comentario:

Nostalgicus Empedernidus dijo...

Bonita entrada y bonito poema, me ha encantado. Ciertamente a mí también me gustaría volver a los maravillosos años de mi infancia de los cuales guardo tan gratos recuerdos. Sin preocupaciones, sin cosas que te quitaran el sueño, sin miedo al futuro, disfrutando cada momento, cada juego, disfrutando del alborear de tu vida. Ahora, en plena madurez, las cosas ya no son tan bonitas y las preocupaciones propias y de tu familia vienen a ensombrecer un poco el devenir de nuestra existencia. Menos mal que, como dijo el escritor alemán Jean Paul: "El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados".