Dejamos el coche en un recodo del camino y bajamos hacia la playa. Era tarde ya, más de medianoche, una hermosísima luna llena alumbraba nuestros pasos que nos llevaron hacia una pequeña ensenada. La noche estrellada y el sonido de las olas nuestros únicos testigos, solos los dos, descalzos por la arena caminábamos cogidos de la mano. Aquel sitio (como en noches anteriores) estaba desierto, lejos de miradas furtivas.
Saqué una pequeña manta de mi mochila y la estiré en la arena, ella permaneció de pie, observándome. Me acerqué y al hacerlo pude contemplar cómo un delicado rayo de luna iluminaba sus maravillosos ojos color avellana. La besé dulcemente en el cuello mientras la desnudaba y ella, voluptuosa y lasciva se dejaba hacer. Entre un arrabal de besos y abrazos nos quedamos completamente desnudos y nos echamos sobre la manta.
Recorrí su figura y acaricié suavemente sus líneas insinuantes y mágicas, me sumergí en el torrente de placer que emanaba de sus formas arrebatadoras.
La abracé con pasión y palpé la incitadora suavidad de su piel, buceé en la maravillosa atmósfera de su desnudez y ambos nos adentramos en el fantástico sendero de la excitación sin par.
Bebí del dulce néctar de sus pechos blancos, suaves de terciopelo. Sentí el aroma que fluía de cada uno de los átomos de su esencia y entré en lo más hondo de su ser. Un caudal de lujuria se adueñó de nosotros e hicimos el amor con pasión desbocada, gimió de placer cuando llegó al clímax en un orgasmo interminable.
Besé sus labios de rosa, acaricié sus muslos blancos y entre sus muslos, encontré un volcán de placer, un placer que corrió a raudales.
Gocé de su cuerpo y me embriagué con los dulces efluvios que emanaban de su naturaleza grácil y delicada, transportándome a un manantial de sensaciones libidinosas y a un éxtasis de incitadora lujuria…
Ponedle vosotros el final a esta historia porque yo me desperté, a las cuatro de la mañana, besuqueando la pata de la cama.
Marco Atilio
2 comentarios:
¡Macho! eres un adicto al sexo, una escoba vestida y te vuelves una fiera, no tienes tu peligro.
¿Quién puede controlar los sueños? ¿Acaso no te gustaría tener un sueño como este?... ¿Adicto al sexo? Pues no sé que decirte porque estoy comprobando con horror que últimamente el tiempo que empleaba en practicarlo ahora lo empleo en dormir. Los años no perdonan a nadie.
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