lunes, 31 de diciembre de 2012
Vuestro David ha caído
martes, 25 de diciembre de 2012
Un mensaje distorsionado
jueves, 20 de diciembre de 2012
Lujuria
Dejamos el coche en un recodo del camino y bajamos hacia la playa. Era tarde ya, más de medianoche, una hermosísima luna llena alumbraba nuestros pasos que nos llevaron hacia una pequeña ensenada. La noche estrellada y el sonido de las olas nuestros únicos testigos, solos los dos, descalzos por la arena caminábamos cogidos de la mano. Aquel sitio (como en noches anteriores) estaba desierto, lejos de miradas furtivas.
Saqué una pequeña manta de mi mochila y la estiré en la arena, ella permaneció de pie, observándome. Me acerqué y al hacerlo pude contemplar cómo un delicado rayo de luna iluminaba sus maravillosos ojos color avellana. La besé dulcemente en el cuello mientras la desnudaba y ella, voluptuosa y lasciva se dejaba hacer. Entre un arrabal de besos y abrazos nos quedamos completamente desnudos y nos echamos sobre la manta.
Recorrí su figura y acaricié suavemente sus líneas insinuantes y mágicas, me sumergí en el torrente de placer que emanaba de sus formas arrebatadoras.
La abracé con pasión y palpé la incitadora suavidad de su piel, buceé en la maravillosa atmósfera de su desnudez y ambos nos adentramos en el fantástico sendero de la excitación sin par.
Bebí del dulce néctar de sus pechos blancos, suaves de terciopelo. Sentí el aroma que fluía de cada uno de los átomos de su esencia y entré en lo más hondo de su ser. Un caudal de lujuria se adueñó de nosotros e hicimos el amor con pasión desbocada, gimió de placer cuando llegó al clímax en un orgasmo interminable.
Besé sus labios de rosa, acaricié sus muslos blancos y entre sus muslos, encontré un volcán de placer, un placer que corrió a raudales.
Gocé de su cuerpo y me embriagué con los dulces efluvios que emanaban de su naturaleza grácil y delicada, transportándome a un manantial de sensaciones libidinosas y a un éxtasis de incitadora lujuria…
Ponedle vosotros el final a esta historia porque yo me desperté, a las cuatro de la mañana, besuqueando la pata de la cama.
Marco Atilio
sábado, 8 de diciembre de 2012
El paso del tiempo
La flecha del tiempo, siempre avanzando en una misma dirección. El tiempo, que todo lo arrastra y nos va moldeando para bien o para mal. ¿Dónde están los niños que fueron nuestros hijos hace tan solo... ¡Dios mío!, hace tan solo tan poco? ¿Y dónde está lo que fuimos nosotros "ayer" mismo? El tiempo avanza deprisa, muy deprisa, echando sobre nuestras espaldas su pesada carga y nunca desfallece, ni se para, todo lo contrario, cada vez corre más, mucho más…, la extraña relatividad de la que hablaba Einstein.
¿Dónde está el vigor, la fortaleza, la rebosante salud que me acompañaba cuando el arrabal de juventud inundaba todas las moléculas, todos los átomos de mi ser? Poco a poco ese vigor, ese comerme el mundo, se ha ido aplacando o deteriorando con el paso de los años, unos años que se han esfumado tan deprisa que no puedo creer que haya pasado tanto tiempo en tan poco tiempo, parece un juego de palabras y no es así, es una percepción real cuando (como yo) has recorrido un importante trecho en el sinuoso camino de la vida.
Una vida que tengo ya más de mediada y que se ha consumido en un suspiro. Si la vida fuera un día yo estoy en las primeras horas de la tarde. ¿Cómo es posible que el tiempo haya corrido tanto?
¿Y cómo es posible que mi estado físico se haya deteriorado tanto? Estos dolores perennes que sufro… la rodilla, la espalda, el cuello, los brazos, los pies… parece que han llegado hasta mí para quedarse y para impedirme que sea feliz. Aquel maldito accidente de moto (al menos en parte) me está pasando factura. Y todo ha ocurrido lenta y paulatinamente aunque la percepción que yo tengo es que haya ocurrido rápido, muy rápido. Otra vez la relatividad de Einstein.
El tiempo y su transcurrir han caído sobre mí como una losa en forma de dolores físicos, unos dolores que han hecho (por ejemplo) que no pueda practicar mi deporte favorito y por el que sentía verdadera pasión: el tenis. ¡Cuánto lo echo de menos! Sé que jamás podré volver a jugar y eso me pone triste. Añoro aquellos partidos de tenis con mis amigos, lo bien que lo pasaba y a la vez me mantenía en forma. Una lástima que todo eso se haya acabado.
Este estado físico mío también está repercutiendo en el normal desarrollo de mi trabajo, un trabajo que me gusta y el que intento realizar con la mejor de las disposiciones pero… cada vez me cuesta más llegar al final de mi jornada laboral. Y mira que me esfuerzo, pero estos malditos dolores a veces se hacen insoportables. Menos mal que hay días que son un poquito más llevaderos aunque estoy descubriendo con angustia que cada vez son menos los días en los que esto pasa.
Muchos de vosotros pensaréis que estoy siendo un tanto negativo, aunque yo no creo que sea así, lo que estoy siendo es realista y eso es lo que me da más miedo.
Si hablo del tiempo y de lo rápido que corre, de que solo avanza en una misma dirección, es porque añoro mucho otros momentos de mi vida, momentos felices que los recuerdo como si hubieran sucedido la semana pasada y que nunca volverán. Ojalá pudiera doblar esa flecha temporal y retroceder unos cuantos años, al menos conseguiría quitarme estos malditos “achaques” que no se corresponden con la edad que tengo.
En fin, la verdad es que en estos tiempos que corren, en que el mundo y la felicidad de tantas personas se derrumba a nuestro alrededor no sé quién soy yo para quejarme y casi me da vergüenza hacerlo, pero cada persona es un mundo y mi mundo también se resquebraja.
Por otra parte me siento tan puñeteramente melancólico que miro al pasado y no puedo por menos que decir: ¡Qué tiempos aquellos! En cierto sentido mucho mejores que los de ahora. Y me identifico plenamente con lo que dijera Jorge Manrique en sus “Coplas”, aquello de "cómo, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor." aunque no siempre sea cierto.
La vida es extraña a veces, ¿no os parece?
Marco Atilio
miércoles, 5 de diciembre de 2012
Reforma Constitucional,¡YA!
Portada
jueves, 29 de noviembre de 2012
Angustia
Yo no sé, cuántas veces solitario,
busco abrigo en la soledad perdida,
en tenebrosas sombras me abandono,
herido el corazón y el alma herida.
¡Qué enorme desaliento me delata!,
el espíritu triste, acongojado,
cual lanza que traspasa, que desgarra,
que lacera mi mundo atormentado.
Un nudo en la garganta me atosiga
y llora en mi interior no sé qué cosa,
me envuelven la apatía y la desgana,
cual la pesada carga de una losa.
Desconozco mi mal ni qué me ocurre,
luz y consuelo por caridad pido,
en mi angustioso mar estoy vagando,
en mi negro desierto estoy perdido.
…y es que uno no siempre se encuentra en su mejor momento.
Marco Atilio
sábado, 24 de noviembre de 2012
¡Basta Ya!
Tenemos la desgracia de vivir en un mundo de hipócritas en donde la doble moral es el pan nuestro de cada día. "Haz lo que yo te diga pero no hagas lo que yo hago", es una máxima que mucha de la ralea de políticos y demás cuervos que campan por nuestra querida España cumplen al pie de la letra. Estamos gobernados por gente sin la menor sensibilidad hacia el dolor de las personas. Estamos gobernados por políticos ineptos e inútiles que jamás nos sacarán de la crisis. Primero porque no saben hacerlo y segundo porque no quieren hacerlo. Y no quieren hacerlo porque están corrompidos por oscuros intereses y porque están al servicio de los poderes económicos que hoy por hoy gobiernan el mundo. Si no ponemos freno a sus tropelías con urgencia, dejarán una España esquilmada, con millones de personas sumidas en la indigencia y con muchos cadáveres en el camino. Si no les ponemos freno dejarán una España sin futuro y sin esperanza alguna. Hay que levantarse y decir basta tan fuerte como podamos para comenzar con urgencia a regenerar las mismas raíces de la Democracia.
Hay que levantarse y decir basta a los empresarios inhumanos y mezquinos (que los hay y muchos), que explotan a sus trabajadores con una saña propia de tiempos que es mejor olvidar y que creíamos ya pasados, que les pagan sueldos de verdadera miseria por una jornada de trabajo cercana a la esclavitud y que les atemorizan con el despido en cuanto atisban el menor síntoma de queja, llegando incluso a despedirlos en cuanto alguno de ellos tenga la desgracia de enfermar, hasta tal punto llega su vileza y tiranía. Solo les falta el látigo para erigirse en amos rememorando oscuros episodios de la historia de la humanidad. De cualquier manera, con esas conductas viles, infames y despreciables, degradan a las personas, las vilipendian y denigran y las hieren en lo más profundo de su ser despojándolas incluso de su dignidad. Si eso no se acerca a la esclavitud no sé de qué estamos hablando.
Desde este pequeño rincón de internet voy a gritar con todas las fuerzas de las que soy capaz:
“¡Maldigo a todos los gobernantes que legislan a favor del poder económico y que con sus recortes en servicios esenciales y en derechos sociales hunden en la desesperación y la miseria a millones y millones de personas que a lo único que aspiran es a un trabajo digno y a un salario que les permita vivir dignamente tal y como proclama La Declaración Universal de Derechos Humanos que en su artículo 23 párrafo 1 dice: “Toda persona tiene derecho al trabajo […] a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo…”. En el párrafo 3 sigue diciendo: “Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana…”!
¡Maldigo a los llamados “Mercados”; que no son otra cosa que gente con muchísimo dinero, dueños actuales del mundo, que consiguen pingües beneficios con operaciones especulativas en el mercado de deuda pública y cuya avaricia no tiene límites, ajenos totalmente al dolor y la desesperación de millones de personas víctimas finales de sus maquiavélicos negocios!
¡Maldigo a todo aquel empresario, grande, mediano o pequeño, que se enriquezca a base de explotar y aprovecharse del sudor y la sangre de sus trabajadores, que les pague sueldos de miseria a cambio de jornadas interminables y que les coaccione con el despido a poco que atisbe el menor síntoma de rebeldía a la sumisión total!
¡Maldigo a los medios de comunicación que se alejen de la imparcialidad, que utilicen información sesgada distorsionando la realidad para confundir, adoctrinar, dogmatizar y aborregar al pueblo. La imparcialidad de la información debería ser el leitmotiv de su labor alejada de cualquier injerencia política o partidista!
¡Maldigo a la señora Merkel, verdadera culpable de la política de recortes y de austeridad llevada a cabo en la eurozona y brazo ejecutor del gran capital, favorecedora de sus intereses en detrimento del bienestar de las clases más vulnerables de la sociedad europea y que ha conseguido poner de rodillas a todos y cada uno de los gobiernos de la Unión Económica y Monetaria en aras de un taimado fin: el de devolver la deuda y sus enormes intereses en un tiempo record a costa de precarizar las condiciones de vida de la población!
¡Y maldigo en fin a todos aquellos que aprovechando cualquier posición de poder, vilipendien, agravien, humillen, tiranicen, denigren, exploten o atenten contra la dignidad de las personas en una u otra forma no permitiéndoles la necesaria y justa estabilidad económica y no favoreciendo su integración social y su desarrollo emocional!
Marco Atilio
viernes, 16 de noviembre de 2012
Los Corruptos al Paredón
domingo, 11 de noviembre de 2012
Flashback
Testimonio vigoroso del gran Miguel Hernández en una época oscura de España y que parece (al menos en parte) extrañamente presente. No añadiré ni una palabra más: