miércoles, 7 de marzo de 2012

Crímenes económicos contra la humanidad

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El 29 de marzo de 2011, Lourdes Benería, profesora de Economía en la Universidad de Cornell y Carmen Sarasúa, profesora de Historia Económica en la Universidad Autónoma de Barcelona publicaron un artículo en el diario El País que titularon “Crímenes económicos contra la humanidad” y que, por su especial interés, me gustaría compartir con todos vosotros. El artículo es el que sigue:

“Según la Corte Penal Internacional, crimen contra la humanidad es "cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil". Desde la II Guerra Mundial nos hemos familiarizado con este concepto y con la idea de que, no importa cuál haya sido su magnitud, es posible y obligado investigar estos crímenes y hacer pagar a los culpables.

Situaciones como las que ha generado la crisis económica han hecho que se empiece a hablar de crímenes económicos contra la humanidad. El concepto no es nuevo. Ya en los años 1950 el economista neoclásico y premio Nobel Gary Becker introdujo su "teoría del crimen" a nivel microeconómico. La probabilidad de que un individuo cometa un crimen depende, para Becker, del riesgo que asume, del posible botín y del posible castigo. A nivel macroeconómico, el concepto se usó en los debates sobre las políticas de ajuste estructural promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial durante los ochenta y noventa, que acarrearon gravísimos costes sociales a la población de África, América Latina, Asia (durante la crisis asiática de 1997-98) y la Europa del Este. Muchos analistas señalaron a estos organismos, a las políticas que patrocinaron y a los economistas que las diseñaron como responsables, especialmente el FMI, que quedó muy desprestigiado tras la crisis asiática.

Efectos de la crisis

En la actualidad son los países occidentales los que sufren los costes sociales de la crisis financiera y de empleo, y de los planes de austeridad que supuestamente luchan contra ella.

La pérdida de derechos fundamentales como el trabajo y la vivienda y el sufrimiento de millones de familias que ven en peligro su supervivencia son ejemplos de los costes aterradores de esta crisis. Los hogares que viven en la pobreza están creciendo de forma imparable. Pero ¿quiénes son los responsables? Los mercados, leemos y oímos cada día.

Mendigos

En un artículo publicado en Businessweek el 20 de marzo de 2009 con el título "Wall Street's economic crimes against humanity", Shoshana Zuboff, antigua profesora de la Harvard Business School, sostenía que el que los responsables de la crisis nieguen las consecuencias de sus acciones demuestra "la banalidad del mal" y el "narcisismo institucionalizado" en nuestras sociedades. Es una muestra de la falta de responsabilidad y de la "distancia emocional" con que han acumulado sumas millonarias quienes ahora niegan cualquier relación con el daño provocado. Culpar solo al sistema no es aceptable, argumentaba Zuboff, como no lo habría sido culpar de los crímenes nazis solo a las ideas, y no a quienes los cometieron.

Culpar a los mercados es efectivamente quedarse en la superficie del problema. Hay responsables, y son personas e instituciones concretas: son quienes defendieron la liberalización sin control de los mercados financieros; los ejecutivos y empresas que se beneficiaron de los excesos del mercado durante el boom financiero; quienes permitieron sus prácticas y quienes les permiten ahora salir indemnes y robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada. Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs, bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditoras que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal norteamericana durante los Gobiernos de Bush y Clinton, opositor a ultranza a la regulación de los mercados financieros.

La Comisión del Congreso norteamericano sobre los orígenes de la crisis ha sido esclarecedora en este sentido. Creada por el presidente Obama en 2009 para investigar las acciones ilegales o criminales de la industria financiera, ha entrevistado a más de 700 expertos. Su informe, hecho público el pasado enero, concluye que la crisis se hubiera podido evitar. Señala fallos en los sistemas de regulación y supervisión financiera del Gobierno y de las empresas, en las prácticas contables y auditoras y en la transparencia en los negocios. La Comisión investigó el papel directo de algunos gigantes de Wall Street en el desastre financiero, por ejemplo en el mercado de subprimes, y el de las agencias encargadas del ranking de bonos. Es importante entender los distintos grados de responsabilidad de cada actor de este drama, pero no es admisible la sensación de impunidad sin "responsables".

  Desesperanza 2

En cuanto a las víctimas de los crímenes económicos, en España un 20% de desempleo desde hace más de dos años significa un enorme coste económico y humano. Miles de familias sufren las consecuencias de haber creído que pagarían hipotecas con sueldos mileuristas: 90.000 ejecuciones hipotecarias en 2009 y 180.000 en 2010. En EE UU, la tasa de paro es la mitad de la española, pero supone unos 26 millones de parados, lo cual implica un tremendo aumento de la pobreza en uno de los países más ricos del mundo. Según la Comisión sobre la Crisis Financiera, más de cuatro millones de familias han perdido sus casas, y cuatro millones y medio están en procesos de desahucio. Once billones de dólares de "riqueza familiar" han "desaparecido" al desvalorizarse sus patrimonios, incluyendo casas, pensiones y ahorros. Otra consecuencia de la crisis es su efecto sobre los precios de alimentos y otras materias primas básicas, sectores hacia los que los especuladores están desviando sus capitales. El resultado es la inflación de sus precios y el aumento aún mayor de la pobreza.

En algunos casos notorios de fraude como el de Madoff, el autor está en la cárcel y el proceso judicial contra él continúa porque sus víctimas tienen poder económico. Pero en general, quienes han provocado la crisis no solo han recogido unas ganancias fabulosas, sino que no temen castigo alguno. Nadie investiga sus responsabilidades ni sus decisiones. Los Gobiernos los protegen y el aparato judicial no los persigue.

Si tuviéramos nociones claras de qué es un crimen económico y si existieran mecanismos para investigarlos y perseguirlos se hubieran podido evitar muchos de los actuales problemas. No es una utopía. Islandia ofrece un ejemplo muy interesante. En vez de rescatar a los banqueros que arruinaron al país en 2008, la fiscalía abrió una investigación penal contra los responsables. En 2009 el Gobierno entero tuvo que dimitir y el pago de la deuda de la banca quedó bloqueado. Islandia no ha socializado las pérdidas como están haciendo muchos países, incluida España, sino que ha aceptado que los responsables fueran castigados y que sus bancos se hundieran.

De la misma forma que se crearon instituciones y procedimientos para perseguir los crímenes políticos contra la humanidad, es hora de hacer lo mismo con los económicos. Este es un buen momento, dada su existencia difícil de refutar. Es urgente que la noción de "crimen económico" se incorpore al discurso ciudadano y se entienda su importancia para construir la democracia económica y política. Como mínimo nos hará ver la necesidad de regular los mercados para que, como dice Polanyi, estén al servicio de la sociedad, y no viceversa.”

Hasta aquí este interesante artículo. Yo añadiría que a los que generaron la crisis, había que sumarles los que con sus erróneas políticas restrictivas y de recortes están arrojando al abismo de la pobreza y la desesperación a millones y millones de personas. Los gobernantes sin ningún tipo de sensibilidad para con la sociedad, que están escarneciendo al pueblo llano y que privan a millones de seres humanos de los más elementales medios para poder subsistir. Estos seres despreciables no son otros que la señora Merkel, el señor Sarkozy y todos los políticos ejecutores y verdugos de los designios del poder económico. En nuestro país, antes Zapatero y ahora Rajoy que han caído como una plaga sobre la sufrida sociedad española.

Desesperanza

Si algún bendito día llegan al poder políticos honrados y sensibles al dolor humano, sería muy loable e incluso necesario, que estos gobernantes sin escrúpulos que nos martirizan ahora, se sentaran en el banquillo de los acusados ante La Corte Penal Internacional de La Haya para ser juzgados por el inmenso sufrimiento que están causando a las personas que menos recursos tienen y que, en definitiva, son los que pagan los efectos de una crisis generada para acabar con un porcentaje importante de la población, aquella denominada por el poder económico como “carnaza y claramente prescindible”. La solución está en nuestras manos o mejor, está en nuestros votos.



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1 comentario:

Legonpaul Anthony Samuelson dijo: dijo...

Emmanuel Kant describió a dos tipos de políticos.
-El "moralista político" busca "forjar la moral" según las necesidades de la política entendida como un juego cínico
-El segundo tipo de Kant es el "político moral" que rechaza el pragmatismo cínico pero que no cae en la moralización ingenua. Un político honesto es alguien que considera a la política como una herramienta para alcanzar el bien común.
Bajo mi punto de vista, el político honesto seria aquel que se preguntase a si mismo, qué es honesto y qué no lo es a la hora de enfrentarse a una decisión política en la que debe defender ideas que no son populares pero que son las correctas y que a corto o largo plazo van a terminar por favorecer a la clase trabajadora y a otras más o menos necesitadas.
Los distintos Gobiernos, parecen olvidar que los servicios públicos y la atención a la dependencia crean empleos, porque si hay un sector que mejora la vida de los ciudadanos y refleja la madurez democrática de un país son los servicios públicos. La vivienda, el transporte, la sanidad, la educación y las pensiones añaden bienestar, muy especialmente a aquellos con menos ingresos.
Como ciudadanos, tenemos el derecho a opinar sobre las decisiones de las Administraciones y las empresas. Debemos tener acceso a la información y derecho a exigir que los Gobiernos, recauden y gasten buscando la disminución de las desigualdades, porque la política económica no se debe reducir a subir o bajar impuestos y/o gastos. En la España actual, la principal tarea de la política económica debería consistir en eliminar trabas y costes innecesarios a todos aquellos que quieren invertir y trabajar. En eso consisten las llamadas reformas, porque a mi modo de ver, de ello depende nuestra calidad de vida y la misma supervivencia de la democracia.
Los políticos pueden y deben regular los mercados, "pero no tienen la voluntad de hacerlo" porque iría en contra de sus intereses electorales. "Hay gente que gana más dinero si Grecia o España fueran a la quiebra. Y no se sabe,( o tal vez no interesa que se sepa) quiénes se están enriqueciendo con la quiebra de los Estados. Eso es algo que pueden regular los Gobiernos. Este es un problema que tiene que ver con calidad de los políticos.