Con el poema que sigue a continuación no pretendo, de ningún modo, ofender la sensibilidad de ninguna mujer. Sólo se trata, lisa y llanamente de ensalzar en clave de humor una de las partes más bonitas de la anatomía femenina. Es un poema que escribí allá por agosto de 1998 y que ahora comparto con todos vosotros.
Blancos, tersos, aplastados,
altos, bajos, respingones,
celulíticos, delgados,
gordos, grasos, flaccidones.
Insinuantes y mágicos,
lozanos, esplendorosos,
prepotentes, enigmáticos,
lascivos y misteriosos.
Al culo de la mujer
estoy cantándole en verso,
gozo para el hombre ver
su contoneo perverso.
¡Esas hermosas posaderas
conque el cielo las dotara...!
¡Esas curvas traicioneras
que al mejor hombre cegaran!
Yo pierdo el razonamiento,
esos culos..., ¿qué tendrán?...,
¡dos jamones y en el centro,
el ojo del huracán!
Marco Atilio
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