viernes, 10 de junio de 2011

La muela y los pasteles


Un rústico, deseoso de ver al rey, pensando que era más que hombre, despidióse de su amo pidiéndole su soldada. Yendo a la corte, con el largo camino, acabáronsele los dineros.

Allegado a la corte y visto el rey, viendo que era hombre como él, dijo:

- ¡Oh, que por ver a un hombre he gastado todo lo que tenía, que no me queda sino medio real en mi poder!

Y del enojo que tomó, le empezó a doler una muela, y con la pasión del hambre que le aquejaba no sabía qué remedio se tomase, porque decía:

- Si yo me saco la muela, y doy este medio real, quedaré muerto de hambre; si me como el medio real, dolerme ha la muela.

Con esta contienda arrimóse a la tabla de un pastelero por írsele los ojos tras los pasteles que sacaba. Y acaso vinieron a pasar por allí dos estudiantes, y como le vieron tan embebecido en los pasteles, por burlarse de él, dijéronle:

- Villano, ¿qué tantos pasteles te atreverías a comer de una sentada?

- Perdiez, que me comiera quinientos

Dijeron:

- ¡Quinientos! Líbrenos Dios, del diablo.

Replicó:

- ¡De todo se espantan vuesas mercedes!

Ellos que no, y él que sí, dijeron:

- ¿Qué apostaréis?

- ¿Qué, señores? Que si no me los comiese, que me saquéis esta primera muela –y señaló la que le dolía.

Contento, el villano empezó a comer pasteles y a saciar el hambre que tenía. Ya que estuvo harto, paró  y dijo:

- Los siento por mí señores, confieso que ya no puedo más, he perdido.

Los otros, muy regocijados y chacoteando, llamaron a un barbero (en aquella época también ejercía de sacamuelas)  y se la sacaron, aunque el villano hacía grandes aspavientos, y por más burlarse de él decían:

- ¿Habéis visto este necio villano que por hartarse de pasteles se dejó sacar una muela?

Respondió él:

- Mayor necedad es la vuestra, que me habéis quitado el hambre y sacado una muela que toda esta mañana me dolía.

En oír esto, los que estaban presentes se rieron grandemente de la burla que el villano les había hecho, y los estudiantes pagaron, y de  afrentados volvieron las espaldas y se fueron.


                                                         
 
 
Marco Atilio

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