domingo, 25 de septiembre de 2011

Orgullos y otras ínfulas

Un tal Ricardo Combariza, acuñó una frase que dice:

“La soberbia es tal vez una de las formas de expresión más refinadas que tiene la estupidez”.

Esta frase ilustra convenientemente lo que sigue a continuación:

Cuando comencé a trabajar en el hospital en donde hace ya muchos años que presto mis servicios, una de las cosas que más me chocaron y que todavía no comprendo fue el desmedido clasismo, la exacerbada arrogancia y  el endiosamiento paranoico que imperaba en algunos de los profesionales de la institución y en otros que vinieron después. Sobre todo en aquellos que ostentan una posición más elevada con respecto a otros.

Individuos vanidosos y soberbios que tienen el ego tan subido que evitan incluso mirarte a la cara porque dan por supuesto que eso sería rebajarse de alguna manera. Y en este punto me viene a la memoria una frase que pronuncia el actor Anthony Hopkins interpretando a Don Diego de la Vega en la película “La máscara del Zorro”: “Montero se considera un verdadero noble, nunca mirará a un sirviente a los ojos”. Esta frase define muy bien a algunos sujetos de los que hablo.

Se trata de gente que está tan llena de prejuicios y altivez que ven en las escalas profesionales por debajo de la suya a personas inferiores, dando por hecho que esas personas son menos inteligentes, menos cultas, y que por tanto sus opiniones no deberían ser tenidas en cuenta ya que para ellos no tienen ningún valor. Craso error según mi opinión pues están prejuzgando a personas que pueden ser (y en muchos casos así es en efecto) más cultas y más inteligentes que ellos mismos y quizá, en su tiempo, sólo les faltó disfrutar de las oportunidades que ellos tuvieron.

Estos tristes personajes, que por desgracia uno encuentra con cierta frecuencia, se creen seres superiores, con una vanidad y engreimiento rayanos en la paranoia. A menudo están faltos de los más elementales valores de convivencia, probablemente porque no han recibido una educación y unas normas de comportamiento idóneas y que acaso hayan sido niños mimados en exceso, con una sobreprotección excesiva y a los que no se les ha inculcado nunca ningún respeto por los demás.

Con su orgullo desmedido, su vanidad enfermiza y su falta de valores y de educación francamente patológicos producen en mí un sentimiento de pena, pena porque sé que estoy ante personas realmente enfermas, con graves trastornos de comportamiento que debería tratar un buen psicólogo.

Termino con una frase del poeta estadounidense Henry Wadsworth Longfellow: “En carácter, en comportamiento, en estilo, en todas las cosas, la suprema excelencia es la sencillez”.

Y con otra de Confucio: “Donde hay educación no hay distinción de clases”.

 

Marco Atilio



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1 comentario:

Anónimo dijo...

El hombre más noble es digno, pero no orgulloso; el inferior es orgulloso, pero no digno.
Confucio.
Si el hombre orgulloso supiese lo ridículo que aparece ante quien le conoce, por orgullo sería humilde.
Mariano Aguiló.